Carta de un padre francés a la Corte argentina
“Privar de la libertad a un hombre sobre quien no pesa ninguna carga razonada es un dolor extra para mí. ¡Salve a Clemente VERA! ¡Sálveme!”
Hay varios trabajos publicados sobre lo que se conoce como “el crimen de las turistas francesas”, en San Lorenzo, Salta (hecho de 2011). Yo leí el libro de mi colega Maximiliano Rodríguez: “Doble crimen, ¿quién mató a las francesas?”. Y también “Francesas. Autopsia de un doble asesinato”, de Jean Charles Chattard, que me regaló después mi amigo Álvaro.
Jean-Michel Bouvier es el padre de Cassandre, una de las víctimas de este hecho aberrante. Su voz es única. Estremecedora en sí misma. Estremecedora con relación a su relación con su hija. Y estremecedora con relación a su relación con la justicia, con la verdad, con la libertad de las mujeres y de los hombres en el mundo, y con la integridad, en función de su propia tragedia humana. En su momento, como se recordará, Bouvier dijo: “Prefiero un culpable en libertad a un inocente en prisión”.
Por todo lo anterior y por el territorio donde todo esto sucede, me conmueve especialmente, además. De modo que reproduzco la carta enviada hace algunas semanas por Bouvier a los jueces de la Corte Suprema de la Nación argentina [la traducción española es la que acompañó su presentación en francés]. Y recomiendo su lectura.
La carta
París, martes 7 de julio de 2020
Corte suprema de Justicia de la Nación
Señora Jueza / Señores Jueces
Soy el padre de Cassandre BOUVIER, una de las dos víctimas, con Houria MOUMNI, del llamado “crimen de las turistas francesas”, ocurrido en la provincia de Salta en julio de 2011.
Perdí más que una hija, una cómplice intelectual. Desde el sábado 30 de julio de 2011, día siniestro, cuando supe de su asesinato, estoy condenado, a perpetuidad, al sufrimiento, a las lágrimas, a la desesperación, a la depresión… Sólo la gracia de los niños pequeños y el conocimiento de una injusticia reparada en algún lugar del mundo me seca las lágrimas por un momento.
Cassandre era un alma hermosa. Mejor que yo, que soy parcial, sus amigos han encontrado las palabras adecuadas para describirla. Elegí aquellos que sé que resonarán en usted porque están en el corazón de vuestra misión, en la cima de la pirámide judicial argentina:
Ella amaba la tolerancia, la libertad de pensar y actuar con respeto por los demás. No le gustaban las injusticias y sus consecuencias: pobreza, relegación, exclusión. Ella amaba buscar lo que permite a las personas desfavorecidas salir de su condición. Le encantaba mostrar solidaridad con todos los que sufren y actuar por ellos. Le encantaba descubrir la vida de las personas, su cultura y defender esta diversidad…
La muerte de Cassandre y Houria es una injusticia que aún espera ser reparada. Su memoria exige reparación. La Argentina que amaban se las debe.
Durante los últimos nueve años, he estado viajando regularmente a Buenos Aires y Salta para exhortar a las autoridades argentinas nacionales y provinciales ante la transparencia de los hechos y la integridad de las investigaciones. Asistí al juicio oral en 2014. Voy a rendir homenaje hasta mi muerte a los tres jueces que emitieron un veredicto justo basado exclusivamente en la presencia o ausencia de evidencias científicas incontestables. También sacaron a la luz maquinaciones policiales contra los acusados y el recurso sistemático de métodos de interrogatorio (tortura física y psicológica) indignos del estado de derecho y contrarios a los derechos humanos.
A pesar de mi edad, el deterioro progresivo de mi salud y las dificultades de viaje causadas por la pandemia de covid-19, nunca renunciaré a pedirle a las autoridades argentinas que investiguen seriamente los hechos para que la verdad sobre lo sucedido finalmente se conozca y que los responsables de los crímenes y sus cómplices (sea cual fuera su rango social) sean juzgados de acuerdo a derecho.
Francia ha hecho justicia a Argentina extraditando a Mario SANDOVAL. Argentina debe en adelante hacer justicia a Francia aclarando las condiciones reales de las ejecuciones de Cassandre y Houria. Argentina también debe corregir el destino injusto de dos de sus propios ciudadanos. Daniel VILTE, completamente y justamente liberado de los crímenes de Cassandre y Houria, debe ser compensado por el daño sufrido por un encarcelamiento de casi 3 años por nada. Clemente VERA, absuelto en primera instancia y puesto en libertad, fue devuelto a prisión aunque no se aportaron en su contra pruebas científicas incontestables.
Los ADN no identificados descubiertos por expertos franceses y que no se adjuntaron a la investigación llevada a cabo por el juez de instrucción deben ser objeto de retrato de robots. Redirigirían la investigación. Las muestras de ADN sin explotar perdidas por el Poder Judicial de Salta luego encontradas en una de sus cajas fuertes deben enviarse sin demora a una doble peritación (argentina y francesa).
Respaldar sin reservas las sentencias del Poder Judicial de Salta contra Clemente VERA sería una falta contra al principio del derecho a un juicio justo. Rechazar la reanudación de las investigaciones para conocer toda la verdad sería, por un lado, un insulto a la memoria de las víctimas y sus familias y, por otro lado, un delito contra la justicia internacional.
Las conclusiones del Fiscal General CASAL son inaceptables en tanto disculpan deficiencias y debilidades en los procedimientos provinciales. Seguirlo sería una denegación de justicia. Sería destilar veneno en los sentimientos y en los corazones de las mujeres del mundo entero y, principalmente, de todas las mujeres argentinas.
Privar de la libertad a un hombre sobre quien no pesa ninguna carga razonada es un dolor extra para mí. ¡Salve a Clemente VERA! ¡Sálveme!
Cuídese.