Condenados a perpetua cuatro exmilitares por el homicidio de dos montoneros y el calvario de una niña que fue “perseguida política”

Josefina López Mac Kenzie
5 min readNov 5, 2019

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Un quinto imputado fue absuelto. Pertenecían al Batallón de Comunicaciones 601 de City Bell (La Plata). Todo ocurrió en 1977 en Berazategui. Marcela Quiroga (12) fue tratada como adulta y usada para señalar compañeros de su madre; desaparecida durante tres meses, sufrió tortura y abuso sexual.

Los imputados siguieron el juicio del Tribunal Oral en lo Criminal Federal 2 de La Plata por videoconferencia, desde distintos lugares del país. Foto de NOELIA MARONE

“7/9. En un enfrentamiento que tiene lugar en Berazategui caen dos compañeros, muriendo un soldado y quedando otro gravemente herido”. La noticia la imprimía hace 42 años la Evita Montonera -revista que esa organización publicó entre 1974 y 1979- en su sección “Crónica de la resistencia”. Uno de estos dos militantes, Arturo Alejandrino Jaimez, Silver (22), aún está desaparecido. María Nicasia Rodríguez, Mary o Nico -así le decían en su casa- (34) en cambio fue identificada por el Equipo Argentino de Antropología Forense en 2007, después de estar 30 años como NN en el cementerio de La Plata, donde la enterraron como si desconocieran su identidad. Ayer, en en un juicio por crímenes de lesa humanidad, un tribunal de La Plata condenó como coautores de ambos homicidios a cuatro exmilitares que participaron del operativo donde todo esto sucedió, el 6 de septiembre de 1977, en la casa precaria de Villa España, Berazategui (sur del Gran Buenos Aires) donde se escondían. Un quinto imputado fue absuelto.

La condena para Carlos Bazán, Eduardo Laciar, Daniel Lucero y Francisco Fleba, todos exmilitares del Batallón de Comunicaciones 601 de City Bell (La Plata) fue como coautores de dos homicidios agravados por haber actuado en el concurso premeditado de dos o más personas, pero también por el delito de de privación ilegal de la libertad de Marcela Quiroga, “doblemente agravada por haber mediado violencia y amenazas, y por su duración de más de un mes, e imposición de tormentos agravados, por ser la víctima un perseguido político”.

Cuando terminó el operativo, Marcela(12) fue aprovechada como “blanco de oportunidad” e introducida en el circuito de los lancheos para señalar a compañeros de militancia de su madre, uno de los métodos usados por la dictadura para seguir diezmando a las organizaciones armadas. Estuvo desaparecida unos tres meses, en los centros de detención conocidos como Sheraton, Vesubio y el Regimiento de La Tablada. Sufrió tormentos y abuso sexual, y lo pudo decir en el juicio.

Las condenas son las que había pedido la fiscalía, aunque para todos los imputados (Eduardo Barreiro fue absuelto). También había pedido que se los condenara por la sustracción y el ocultamiento de Sergio y Marina, los dos hermanos menores de Marcela, que en aquel momento tenían nueve años y un año y medio, respectivamente, y luego de la balacera fueron separados de ella y estuvieron unos diez días en un circuito de dependencias policiales, antes de volver con familiares. Pero los jueces absolvieron a los imputados en cuanto a esta acusación.

“Estamos conformes”

“Estamos conformes”, dijeron emocionadas las hermanas sobrevivientes Marcela y Marina afuera de la sala de audiencias. Marcela, hoy de 54 años, que ya declaró en dos juicios antes, había expresado ante los jueces que para ella esto era un proceso de cierre y que ellos debían poder empezar a ser felices a pesar de tanto dolor.

Su hermano Sergio Quiroga, que siguió la lectura del veredicto por internet desde otra ciudad bonaerense, dijo por teléfono: “La justicia obró, por suerte. No busco venganzas a esta altura de mi vida, pero como ser humano me quebranta el hecho de saber que hay gente que está condenada a vivir de una manera y no se arrepiente jamás”. Los testimonios de los tres hermanos durante este juicio fueron desgarradores.

En cuanto a la otra víctima, Silver Jaimez, un montonero santiagueño que estudió en la Universidad de Córdoba y sigue desaparecido, su familia no estuvo en este juicio, por errores de la justicia a lo largo de un proceso que tuvo marchas y contramarchas.

Luis Alberto Barbusano fue la primera persona que murió en este acontecimiento. Estaba haciendo el servicio militar en el Batallón 601 de City Bell, donde lo velaron. Su muerte, según el Ejército “en función de guerra”, determinó la confección de un expediente militar que fue prueba en el juicio que terminó ayer. Dos exconscriptos de su camada, Alberto García y Ernesto Gorosito, que también fueron llevados a ese operativo, declararon como testigos ; en una de las audiencias hicieron un croquis a mano alzada en un pizarrón, para reconstruir los hechos. Su reencuentro fuera de la sala de audiencias después de 42 años fue otro de los momentos conmovedores del juicio.

Para conocer los fundamentos de la sentencia comunicada ayer habrá que esperar hasta febrero de 2020 . Al alegar, los fiscales Juan Martín Nogueira y Hernán Schapiro habían hecho especial hincapié en la “extensión del daño”. Y la discusión central del debate pasó por si los hechos se dieron como desenlace de un operativo de rutina para pedir documentos a la población, como sostuvieron los imputados, o si, por el contrario, estuvo dirigido a la vivienda donde se refugiaban Mary y Silver con los tres chicos que ella alcanzó a guarecer en el baño, donde finalmente se produjo el tiroteo.

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El hecho en El Sol, de Quilmes.
El hecho en La Opinión.

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Josefina López Mac Kenzie
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Written by Josefina López Mac Kenzie

[Notas y artículos varios, escritos acá y en otros lados / @josefinalopezmk]

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