La historia secreta de la mansión maldita que envuelve al “caso Chocolate” en sospechas de lavado
Una mansión escondida y todos los detalles de la trama inmobiliaria que guarda las primeras pistas del dinero: de los cajeros a las mansiones.
En Tn.com.ar
Miralagos Club de Campo y Spa es un barrio tan top que algunos empresarios, jueces, políticos o futbolistas cambian Puerto Madero o countries de la zona norte de la Provincia por este paraíso verde del Sur, ubicado sobre la ruta 2, a 27 kilómetros de La Plata. Forestado hace décadas con unos cien mil árboles majestuosos, salpicado por 15 lagunas, tiene una cancha de golf de nueve hoyos, piscina climatizada, polideportivo, un club house de 1.400m2 y una red cloacal con planta de tratamiento propia que no se ve en tantos barrios de alta gama.
En ese oasis irrumpió a fines de 2022 un funcionario de perfil bajo, subdirector de Personal de la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires: Claudio Gustavo Albini, un nombre sólo susurrado en ámbitos selectos de la Legislatura bonaerense y del Frente Renovador. Eso hasta la noche del 9 de septiembre de 2023, cuando un puntero que trabajaba a sus órdenes fue denunciado por alguien que dormía en cajeros del centro de La Plata, que lo veía operar a diario con decenas de tarjetas, sacar muchos fajos y meterlos en una mochila negra. Le había pedido $100 para comer, sin éxito.
El puntero era Julio Segundo “Chocolate” Rigau. Tenía 48 tarjetas de débito, un celular y más de un millón de pesos en la mochila. Quedó detenido y dejó al desnudo un viejo y aceitado negocio organizado desde las entrañas de la Secretaría Administrativa de Diputados, que consistía en conseguir gente que prestara el nombre y armarles contratos con los terceros mejores sueldos de Diputados. Luego llegarían tarjetas del Banco Provincia, pero no las usarían ellos sino Rigau. Sólo con esos 48, sacaba $30 millones por mes. Se los rendía a Claudio Albini, según pruebas del expediente en instrucción.
En los tribunales platenses, a Claudio Albini lo apodaron “El Fantasma”, porque cuando se entregó no aparecía nada a su nombre: ni una propiedad, ni un vehículo, ni un dólar. No había ni fotos en redes sociales de este misterioso funcionario, hoy el presunto jefe de la banda de las tarjetas según considera la fiscal del “caso Chocolate”, Betina Lacki.
Sin embargo, el hombre escondía una mansión en Miralagos. La tenía sin escriturar, por eso no estaba en el radar de la justicia. Y en esas condiciones, la propiedad corría peligro de “desaparecer” del patrimonio del Fantasma por arte de magia, ya que, hasta ese momento, el hombre no tenía inhibidos los bienes. El programa Somos Buenos, de TN, lo reveló en abril. Eran las primeras pistas de la ruta del dinero de este enorme escándalo de corrupción: de los cajeros a las mansiones.
La historia del lote maldito
El caserón de Albini es imponente por dentro y fuera. Tiene dos plantas con ascensor, revestimientos marmolados, cuartos que balconean a una piscina infernal flanqueada con palmeras, y un quincho soñado. Son 481m2 cubiertos, sobre un lote de 1.282m2, en una ubicación de primera. Según fuentes del mercado, ronda los U$S400.000 o U$S 500.000. Ocupa el Lote N° 13 del sector “Miralagos 1″ y su historia parece marcada por la maldición de este número.
Su primer dueño fue un empresario vinculado al sciolismo, que soñaba con levantar allí una ambiciosa vivienda familiar. Compró el lote en 2013, pero con la llegada del macrismo en la Provincia y algunas otras complicaciones, la obra se frenó. Muy pronto, el Lote 13 se transformó en una casa abandonada, llena de humedad, casi un plan de viviendas para los murciélagos, que afeaba el oasis de la ruta 2.
La solución llegó en 2021. Un grupo de amigos que venía invirtiendo fuerte en Miralagos compró la casa abandonada. Los compradores fueron tres: Alejandro Javier Rolandi, un joven ingeniero, dueño de la constructora “Andorinas”; Federico Lino Hernández, un contador; y Aldana Marina Sáenz, dueña de la agencia de viajes “Kilómetro 1″ junto a su esposo, Luis Paretti, conocido de Albini del club Estudiantes de La Plata.
Con una inyección probablemente millonaria, el triunvirato terminó la casa abandonada. La constructora de Rolandi se encargó de todo y exhibió la obra lista en sus redes a fines de 2022, con estos mensajes: “Nos animamos a darle vida a este proyecto que nos estaba esperando. Gracias Claudio por dejarnos hacer de cada sector un lugar diseñado para vivir hermosos momentos…”. “A disfrutar de todas las historias que contará”. Vaya si contaría historias…
En lo formal, el Lote 13 pasó a manos de Albini el 24 de febrero de 2023, mediante un boleto que le vendieron Sáenz, Rolandi y Hernández. Pero el jefe de Chocolate disfrutó poco de su chiche en Miralagos. Porque, medio año después, el 9 de septiembre, el puntero caería in fraganti con las 48 tarjetas y su ardiente Samsung, que arrastró a Albini y a su hijo, el entonces concejal Facundo Albini, a una investigación por corrupción.
La pomposa vivienda comenzó a ser una preocupación familiar. Aunque era invisible para los investigadores (no lo habían escriturado), Albini creyó oportuno desprenderse de ella antes de que algún investigador judicial lo detectara y, tal vez, tratara de quitárselo. Decidió entonces cederle el boleto a uno de los dueños anteriores, el ingeniero Rolandi, tratando de no hacer demasiadas olas.
Pero había un detalle. Por una cláusula interna del country, no le quedaba otra que pedir permiso a la empresa desarrolladora para poder ceder el boleto a un tercero. Desde la cárcel, Albini tuvo que informar su intención mediante una nota, donde informó que el cesionario sería Alejandro Rolandi y el precio pactado, US$30.000. Pero el plan falló. La empresa no sólo se negó a dar luz verde a una suerte de venta ficticia impulsada por un procesado por asociación ilícita y estafas reiteradas (y ya muy mediático), sino que se presentó en la “causa Chocolate” a alertar sobre la sinuosa maniobra.
Así, una operación pensada en puntas de pie terminó haciendo un ruido estruendoso. El juez Federico Guillermo Atencio ordenó inhibir los bienes de los dos Albini a pedido de la fiscal Betina Lacki. Y todo el fallido intento de cesión, a precio vil, y a un conocido, quedó envuelto en sospechas de lavado o encubrimiento de lavado de activos. Así surge del expediente.
Albini y su misterioso “cesionario”
El ingeniero Rolandi abrió “Andorinas Ingeniería y Construcción SRL” con su esposa, la arquitecta Alejandra Acuña, en 2017. Hicieron obras esporádicas en el Gran La Plata hasta que, aproximadamente en 2020, durante la cuarentena, sus diseños de líneas puras e impronta moderna empezaron a colonizar Miralagos.
Uno de sus trabajos conocidos fue la decoración de interiores allí de la casa del jugador de Boca Marcos Rojo (ex Estudiantes de La Plata) y Eugenia Luzardo. Pero sobre todo, Andorinas se hizo fuerte trabajando en al menos 12 proyectos de casas en este Golf Club, entre las que están terminadas y en curso, según puede reconstruirse desde sus propias redes y página web. Son viviendas fastuosas –con cocheras gigantes, decoración de diseño y hasta microcines– que se terminan en tiempo récord, y que sólo podrían financiar exitosísimos futbolistas, empresarios o funcionarios.
Muchas se hicieron en lotes que pertenecen a Aldana Sáenz y Luis Paretti, los dueños de la agencia “Kilómetro 1″, quienes comenzaron a invertir fuerte allí en la pandemia, comprando lotes de forma masiva y construyendo con Andorinas. Sólo uno de esos casos fue el Lote N° 13.
Rolandi, consultado para esta nota, dijo que él no conoce a Albini y aseguró no estaba al tanto de la cesión en ciernes de esta casa. Es curioso, porque él se la había vendido en 2023 con dos socios y ahora, según evidencias del expediente, habría sido el candidato de Albini para recibirla por un precio cómico.
Toda la movida dejó la sensación de un intento por retener el “lote maldito” dentro de un grupo de conocidos. Paretti conoce bien a Albini de Estudiantes, aparece a su lado en las únicas dos fotos que se conocen del jefe de Chocolate, y se cree que habría seguido de cerca el frustrado intento de cesión. A su vez, Rolandi hace todas las obras sobre lotes de Paretti. Entre otros, una despampanante casa de 1.150m2 cubiertos y 350m2 semicubiertos, que tendrá espacios de recreación y espejos de agua, sobre cinco lotes contiguos comprados a la vez.
Según listados de expensas actuales consultados en esta investigación, entre Paretti –una figura cada vez más dominante y conocida en Miralagos– y Sáenz poseen la friolera de 16 lotes allí, aunque muy pocos estarían escriturados. Por cada lote hay que pensar en US$50.000 y por cada casa, entre US$300.000 y US$500.000, según fuentes del mercado.
Albini, el Pincha y el salto económico
Albini es fanático de Estudiantes de La Plata. En las últimas décadas no se perdió un solo partido: siguió al Pincha por todo Latinoamérica y hasta por Medio Oriente, compartiendo los chárter y hoteles con el plantel. En las únicas dos fotos que se le conocen, está alentando al club en Brasil. Una es en Goiania y otra en San Pablo. En las dos está con Luis Paretti.
La foto en San Pablo está sacada hace un año, durante la Copa Sudamericana de 2023, pocos días antes de la caída de “Chocolate” en el cajero de 7 y 54, en La Plata. La publicó el diario El Día de esa ciudad, con este epígrafe: “En el hotel pasaron la tarde cerca del plantel la banda de Kilómetro 1: Luis Parretti (…) y Claudio Albini”.
Paretti se crió en Berisso, el “kilómetro cero del peronismo”, igual que Albini. En algún momento se dedicó a representar futbolistas de Estudiantes, pero en la última década se volcó al turismo, con gran éxito, desde la agencia “Kilómetro 1″, de eslogan “turísticamente incorrectos”. Esta agencia pasó de vender pasajes nacionales en ómnibus a ofrecer paquetes aéreos internacionales, pero eso no es todo. En 2020 –plena cuarentena dura– logró adquirir dos hoteles en San Luis y en 2021 alcanzó las 12 sucursales, con locales en La Plata, Buenos Aires y el Conurbano, según contó Paretti en Facebook.
Albini tiene 67 años. Sin estudios secundarios, llegó a subdirector de Personal en Diputados, con acceso a una de las cajas más grandes y oscuras de La Plata. Su despegue económico de la última década era apenas una habladuría en La Plata, Berisso y Ensenado, pero se fue volviendo concreto. TN reveló durante el año sus viajes de lujo (era pasajero frecuente a Dubai, Miami y al Caribe, lo investiga la justicia), su Audi embargado y la mansión sin escriturar en Miralagos. Por ninguno de estos bienes pagaba impuestos.
Cuando se entregó, en noviembre, el funcionario dijo vivir en una casa de Gonnet. Esa propiedad, que figura a nombre de sus hijos, antes perteneció a un jefe de la barra brava, Rubén “El Tucumano” Herrera, un personaje que terminó condenado como organizador de la “megabanda” criminal del ex juez de Garantís César Melazo. El Tucumano gozó de contratos en la Legislatura, vieja moneda de cambio en la ciudad de las diagonales.
Los tres hombres presos por el “caso Chocolate” son fanáticos de Estudiantes. La ficha policial de Chocolate dice: “Julio Segundo. Club Estudiantes de La Plata. Empleado de Gobierno”. Las piernas de Facundo Albini están tapizadas de escudos, símbolos y logros pincharratas al estilo de la barra brava Los Leales. Y hasta el primer abogado de Albini era agente de jugadores pincharratas.
Pero no todo es fútbol. En la ruta del dinero de esta historia con 50 procesados, abogados de alta gama y un pacto de silencio financiado con fondos públicos, no hay que olvidar otras vertientes. Las 48 tarjetas conducen también a dueños de cuevas financieras, a conocidos financistas, mutualistas de La Plata, como el ex policía Juan Carlos Tocci o el ex referente massista Carlos Melzi. ¿Por qué? ¿Quién le llevó esos nombres a Albini?
El hombre que intentó devolverle una mansión por US$ 30 mil desde la cárcel al constructor dominante en Miralagos está procesado por asociación ilícita (en el rol de jefe) y estafas reiteradas, igual que su hijo, que Rigau y que los titulares de las tarjetas. Para la fiscal, los “tarjeteros”, ñoquis o empledos fantasma son coautores de la asociación ilícita y partícipes necesarios de las estafas reiteradas. Prestando su nombre a cambio de obra social y jubilación, esta gente común permitió el saqueo a la Legislatura. Algunos de sus contratos, como el de la primera mujer de Albini, datan de 2002, nunca se interrumpieron y los prestanombres se está por jubilar en el Estado bonaerense, sin haber trabajado.