Suicidios en la Bonaerense: 2022 registró la cifra más alta en cinco años
Se cierra un año dramático para esta fuerza, donde se suicidan tres efectivos por mes: 2022 registró 37 muertes por suicidio.
La tragedia silenciosa de la Policía Bonaerense, un tabú, alcanzó su peor estadística en cinco años: al cierre de 2022, son 37 los efectivos de esta fuerza de Seguridad que decidieron quitarse la vida, según cifras oficiales. Son 11 suicidios más que el año pasado. Y una cifra que se torna más impactante aún si se la compara con la de los uniformados que mueren en actos de servicio, que este año fueron seis.
A la Bonaerense se le suicidan tres efectivos por mes. Las víctimas este año fueron 37, 11 mujeres y 26 varones. La mayoría, policías muy jóvenes que se dispararon con su arma de fuego reglamentaria. También se suicidaron al menos dos policías retirados. Y son constantes las tentativas de suicidio.
La de 2022, con 37 casos, es la peor cifra de los últimos cinco años, ya que en 2017 se suicidaron 30 policías de la provincia de Buenos Aires; en 2018, también 30; en 2019, 32; en 2020, 18; y en 2021, 26. Para encontrar una cifra más alta que la de 2022 hay que remontarse a 2016, un año en el que se registraron 39 suicidios.
El patrón general de los suicidios en la Bonaerense es con el arma reglamentaria y cuando los policías están de franco. Muchos casos se producen en el contexto de la violencia de género; noviazgos o matrimonios violentos aparecen como telón de fondo de muchas de estas historias.
Pero hay todo tipo de casos. Este último año hubo episodios extremadamente dramáticos. Más de un efectivo se bajó de un patrullero en plena jornada laboral y directamente se disparó en la cabeza en el baño de una estación de servicio del Conurbano.
También se suicidó un teniente primero que trabajaba en la custodia de Axel Kicillof, en la Casa de Gobierno, en La Plata.
Se suicidó gente que acababa de ingresar a la fuerza: es decir, hay muertes muy pegadas al test psicotécnico que admitió a esas víctimas para que prestaran servicio en la fuerza.
Se suicidó además personal que estaba con carpetas médicas o “tareas no operativas” por problemas de salud mental, como el anteúltimo caso del año, ocurrido en Bahía Blanca.
Y el último caso, al cierre del año, fue el de una joven oficial de Mar del Plata que se disparó en el pecho.
Los casos se dan en toda la Provincia. La Bonaerense –la fuerza de Seguridad más numerosa del país– tiene unos 80.000 efectivos que portan armas y se exponen a la violencia todos los días: la de la calle y la violencia institucional. Aunque en los últimos meses el tema comenzó a hablarse más abiertamente en la institución policial, ni en ésta (conducida por el comisario general Daniel García) ni en el Ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, a cargo de Sergio Berni, existe una política de salud mental comprometida para encarar este flagelo.
Fuera de algunos intentos, como una línea telefónica sin demasiados recursos o una serie de afiches sobre la depresión y el suicidio que se ven en algunas dependencias, no hay una estructura de psiquiatras y psicólogos a disposición de una población evidentemente vulnerable, que vive en una olla a presión constante, que convive con un arma de fuego
y que tiene que velar por la seguridad del resto de la población.
Por afuera de la institución, de manera inorgánica, sí proliferan las comunidades virtuales, los grupos de Whatsapp y de Facebook donde efectivos y retirados –sobre todo los llamados policías cristianos, que suelen ser los más comprometidos con esta temática– vuelcan sus frustraciones y opiniones sobre este fenómeno, y despiden a los
efectivos muertos.